La Red Tzikín, en su publicación Las verdaderas cifras electorales que no quieren que conozcas (www.realizadorestzikin.org), estableció –con base en los datos del TSE– los siguiente porcentajes: la abstención representa el 29.23 por ciento de los empadronados, los votos nulos suman el 4.18 por ciento de los mismos, y los votos en blanco el 5.03 por ciento. Todo lo cual equivale al 35.74 por ciento de los empadronados. De modo que ni el 15.3 por ciento del FCN ni el 12.6 por ciento de la UNE ni el 12.5 por ciento de LÍDER superan a quien les ganó estas elecciones y que no fue otro que el combo del abstencionismo, el voto nulo y el voto en blanco. Si esto no expresa un alto y significativo rechazo ciudadano al corrupto sistema político, además de que los candidatos votados carecen de representatividad en relación a los 7, 556, 873 empadronados, ¿qué puede expresar? Asimismo, esto prueba que el exiguo 15.3 por ciento del FCN no constituye el cacareado “voto mayoritario” hacia Juan Manzano Güeno que La Línea-2 y sus corifeos alegan que fue. Al contrario, una atronadora minoría votó por el fascismo, si es que votó por él, ya que, como se ha repetido con insistencia, parece ser que en las comunidades rurales solo una de cada diez personas sabe de la existencia de Black Pitahaya, Neto, Aristónteles y el Cabo Morales. Lo cual me lleva a lo siguiente.
Rodrigo Polo, en su publicación Resultados elecciones 2015 (http://rodrigopolo.com/noticias/resultados-elecciones-2015.html), expone algunas “razones suficientes” para suponer que pudo haber habido un fraude electoral. Por ejemplo, actas con líneas agregadas y números borrosos, sin el logotipo del TSE y escaneadas de manera irregular. Además, en muchos casos los diputados y alcaldes de un partido ganaron mientras que el respectivo presidenciable no, y esto, en comunidades en las que no se practica el voto cruzado por falta de conciencia crítica y por infames clientelismo y acarreo. Si a esto unimos las impugnaciones por robo y quema de boletas, la desaparición de actas y otros hechos de violencia, estas elecciones estuvieron muy lejos de ser la “fiesta cívica” que La Línea-2 y sus corifeos alegan que fue. Al contrario, se trató de unos comicios altamente irregulares y cuestionables. Lo cual obligaba al sospechosamente lento TSE a que, por el bien de la democracia guatemalteca, atendiera todas las impugnaciones que hubo al proceso electoral. Por desgracia, ayer (feriado) el TSE rechazó las mismas al oficializar los datos eleccionarios, al contrario de lo que hizo el TSE de Costa Rica en el caso de Ottón Solís y Óscar Arias en la elección del 2006, cuando el primero solicitó el recuento voto por voto y este le fue concedido. De todos modos ganó Arias, pero lo que importó fue que el sistema electoral tico no dejó incertezas sobre su probidad, como sí las deja aquí el nuestro al ignorar los mentises y no desvanecer toda sombra de duda sobre la posibilidad de que hubiera habido anomalías en el conteo de sufragios.
Todo esto nos lleva a que la movilización de masas debe insistir en la reforma a las leyes, en la probidad eleccionaria y en la refundación del Estado. También –y por sobre todas las urgencias– en que la también lenta CICIG señale ya a los miembros de La Línea-2, pues ellos son la causa final de nuestra corrupción sistémica. Vamos por una movilización crítica para cambiar el sistema político y la matriz oligárquica de la economía. ¡No nos dejemos manipular como una ingenua “revolución de colores”!
*www.afuegolento.mexico.com
Fuente: El Periodico 16/09/2015